Se parecen a nuestros ancestros.

SE PARECEN A NUESTROS ANCESTROS

Hace un par de días se llevó a cabo en la ciudad de Cartagena el Encuentro Internacional de Defensores del Pueblo sobre migración. Un tema que se ha vuelto fundamental y que genera todo tipo de reacciones por parte de las poblaciones receptoras de estas personas.

 No deja de ser una significativa coincidencia que este evento se hubiera llevado a cabo en una ciudad que a través de la historia ha sido receptora de migrantes de todos los continentes.

 Nuestras tierras caribeñas recibieron oleadas de europeos, árabes y judíos, pero también, lamentablemente, infinidad de esclavos africanos que son los ancestros de esa población afro que ha enriquecido nuestra cultura con su alegría, sus ritmos, sus sabores, su fuerza y su inagotable creatividad.

 Hoy en día las migraciones que estamos viviendo se han visto acentuadas y seguramente aumentarán mucho más en el futuro inmediato como consecuencia de las realidades climáticas, pandémicas, económicas, políticas y sociales que nos afectan globalmente.

 Esas personas atraviesan ríos, desiertos, selvas, montañas y océanos para encontrar el lugar hospitalario en el que puedan asentarse con sus familias y construir el anhelado bienestar y progreso.

 Un espíritu de lucha que ha movido  a la humanidad en todos los tiempos. Un espíritu muy similar al de esos antepasados nuestros que escalaron montañas y a domesticaron geografías para fundar los pueblos que hoy le dan identidad a Caldas. 

 La historia de nuestros pueblos está repleta de ese tipo de movilizaciones y acogidas. Seres humanos que impulsados por la fuerza de los sueños tratan de hacer una vida en lugares lejanos o distintos a aquellos inhóspitos en los que la vida los ubicó.

 No deja de ser emocionante imaginar a esos ancestros nuestros a los que movilizó en su momento un ímpetu similar al que mueve hoy a tantos seres humanos a lo largo y ancho del mundo. Ancestros como los que imaginó el maestro  Luis Guillermo Vallejo, plasmándolo majestuosamente en el monumento a los colonizadores.

Dimensionemos el fenómeno del que hablamos.

Según ACNUR durante el 2020, más de 82,4 millones de personas en todo el mundo se han visto obligadas a huir de sus hogares. Entre ellas hay 26,4 millones de personas refugiadas.

En cifras de la Organización Internacional para las Migraciones – OIM, el flujo migratorio equivale al 3,5% de la población mundial. De ese porcentaje el 52% de los migrantes internacionales son hombres, el 48% mujeres y el 74% son personas en edad de trabajar.

En América Latina la migración ha presentado un aumento del 66%.

Nosotros hemos vivido de cerca la crisis migratoria venezolana. Estamos hablando de 5.667.921 hermanos que huyen de su país por razones económicas o políticas.

Nuestro país alberga en este momento a 1.742.927 de estos venezolanos de los cuales 759.584 están regularizados y 983.343 se encuentran en situación de irregularidad.

Las movilizaciones humanas generan problemas de atención y cuidado en los países receptores, especialmente, cuando se trata de niños, niñas y adolescentes, pero también mujeres, personas con Orientación Sexual e Identidad de Género Diversas – OSIGD y grupos étnicos minoritarios.

Estos migrantes son un desafío para la institucionalidad de los países receptores, pero, más allá de eso, son un desafío ético y humano para las comunidades a las que llegan.

Las comunidades nativas los pueden ver como intrusos peligrosos a los que hay que aislar, discriminar o señalar, pero también los pueden ver como seres humanos necesitados de apoyo y solidaridad para sacar adelante a esas familias que los impulsaron a tratar de buscar un lugar mejor donde vivir.

Como lo he mencionado, se parecen mucho a aquellos pioneros que nos antecedieron a nosotros y nos dieron lo que somos.

Si los miramos con el mismo afecto hospitalario con el que nos hubiera gustado que miraran en su momento a nuestros ancestros quizá se facilite la interacción con ellos y fluya mucho más fácil la solidaridad y la humanidad.  Ahí está el camino. Eso es lo importante.

CAMBIAMOS Y DEBEMOS ENTENDERLO.

El país se encuentra en el preámbulo de una nueva contienda electoral. Esta, a diferencia de otras elecciones, encuentra un país distinto, en la medida en que la pandemia del COVID dejó una huella en la sociedad que permanecerá durante mucho tiempo si es que no se queda ya para siempre.

Los nuevos legisladores deberán estar sintonizados con esos cambios, de lo contrario se profundizará esa brecha que por lo general existe entre la institucionalidad y la sociedad.

Es importante hacer un repaso sobre algunos de esos cambios para ir delineando las acciones que deberemos regular en futuras legislaturas.

  • La “nueva normalidad”, es decir, la incorporación de criterios sanitarios a las dinámicas sociales y económicas. Debemos pensar en estimular el crecimiento de las industrias del cuidado de la salud, el desarrollo de apps que permitan ubicar y anticiparse a riesgos virales, facilitar la transformación comercial y de servicios para implementar el intercambio y la atención remota y discutir riesgos que se avecinan como las nuevas formas de discriminación por razones sanitarias o el debate de si se puede sacrificar la privacidad por la seguridad sanitaria.
  • Expedición del “pasaporte de inmunidad” que permitirá el ingreso a países, restaurantes, sitios turísticos, conciertos, teatros, centros comerciales o cualquier otro escenario de contacto social. Ese pasaporte empieza a ser una realidad que hay que desarrollar, evaluar y analizar para que no se vuelva una nueva forma de segregación o discriminación. En algunos países se discute si una empresa puede dar por terminado un contrato de trabajo o no contratar a una persona porque no le da certezas virales. Un tema importante que en Colombia no estamos discutiendo y que es el momento de evaluar. Debemos determinar si hay derecho a la intimidad con respecto a la información inmunológica personal o si por motivos de salubridad pública puede ser conocida.
  • El impacto del “trabajo en casa” en la economía y las relaciones laborales. Es importante evaluar los derechos de los empleadores y los trabajadores con estos esquemas productivos, así como los criterios económicos de si hay mayor o menor productividad con estas dinámicas. En el mismo sentido hay que evaluar el impacto de estas nuevas figuras laborales con el diseño de las ciudades, la movilidad, etc. Es posible que se generen polos de desarrollo alrededor de las ciudades que deben ser previstos, analizados y regulados por el nuevo Congreso.
  • La incorporación de la tecnología en las dinámicas de las diversas edades y trabajar para que esa incorporación se haga de la mejor manera posible y cerremos las brechas digitales que la pandemia evidenció en materia de estratos sociales y edades. Ejemplo de esto son el acceso a la tecnología y la conectividad de los niños de estratos bajos, la formación remota y el acompañamiento a los adultos mayores en la implementación de la tecnología a sus comunicaciones, adquisición de bienes, transacciones bancarias, atención médica y psicológica, y en general, a todo ese universo de posibilidades que se abrió para ellos y que muchos no saben cómo abordar.

 Son muchas las cosas que debemos pensar, analizar y regular. No podemos seguir como si no hubiera pasado nada. Lo importante hoy es entender el momento que vivimos.

El importante momento de los jóvenes.

Uno de los sectores poblacionales más afectados con la pandemia, y la posterior recesión económica, ha sido, sin lugar a dudas, el de los jóvenes, especialmente, en materia de empleo, educación, derechos y salud mental.

Esa situación ha hecho que se prendan las alarmas a nivel mundial y que se impulsen políticas focalizadas en ellos para evitar que se conviertan en una generación perdida.

La generación que se encuentra en riesgo y que despierta la preocupación de los gobiernos es la denominada de los “millenials”, es decir, aquella que nació en la década de los 80s y los 90s, Una generación que ya ha vivido dos crisis de naturaleza mundial: la financiera del 2008 y la pandemia del 2020 que aún no termina y que no avizora una conclusión definitiva en el corto plazo.

Esas crisis obviamente han afectado las posibilidades de formación, bienestar, progreso y, en general, las perspectivas económicas de una población que se encuentra en una importante etapa productiva.

Esta situación ha hecho que los jóvenes tengan unas posibilidades de progreso menores a los que tuvieron los jóvenes de generaciones anteriores que vivieron etapas con menos sobresaltos económicos, y por lo tanto, pudieron integrarse más fácilmente en la economía, ser productivos, formar familias y progresar.

Una situación que lamentablemente es más difícil para los jóvenes de hoy. La generación “millenial” no la tiene fácil. Es una generación con fragilidad financiera que no tuvieron sus padres a su misma edad. Los colombianos debemos rodear a nuestros jóvenes. No los podemos dejar solos a su suerte.

No podemos mirar para otro lado. La indiferencia, en esta materia, se paga con inestabilidad social, con estancamiento productivo y con un futuro no muy halagüeño para nuestras sociedades. Nos estamos jugando el futuro.

Ellos son el futuro. Debemos trabajar para que ellos sean protagonistas de la reactivación económica.

Confiemos en su formación, en su creatividad, en su inventiva, en su fuerza, en su facilidad para interactuar en escenarios digitales, en sus ganas de hacer las cosas y salir adelante.

No son pocos los que están pasando por este difícil trance. En Latinoamérica y el Caribe son 263 millones de jóvenes, es decir, el 41,7% de la población. Eso es toda la población de indonesia y 5 veces la de Colombia.

Una fuerza de futuro que debemos encauzar y liberar en beneficio de la economía y de las sociedades. Esta generación tiene mucho que darnos.

Es una generación distinta a todas las anteriores. Una generación más consciente de sus responsabilidades ambientales, más respetuosa de la diferencia, más formada y con acceso a fuentes de información que las generaciones anteriores ni imaginaron, y sobretodo, una generación global que vive interconectada con el mundo de una forma sin precedentes.

No nos privemos de ellos. No nos privemos de ver florecer su enorme potencial.

Debemos encauzarnos y trabajar para que cada uno de los jóvenes puedan darnos esa riqueza de posibilidades que portan en su ser y que tanto necesita Colombia.

Hay que incorporar la perspectiva generacional en el diseño de las políticas públicas. Hay que incorporar a esos jóvenes a los procesos de toma de decisiones públicas. Hay que ser osados e imaginativos y probar recetas nuevas con ellos.

Ellos nos necesitan hoy, pero nosotros los vamos a necesitar mañana. Si los desperdiciamos hoy, afectaremos negativamente el mañana de todos.

Un riesgo a la vuelta de la esquina.

UN RIESGO A LA VUELTA DE LA ESQUINA

 

La semana pasada el Banco Mundial sacó un importante estudio que pasó desapercibido en el país. En dicho informe se advierte sobre las consecuencias del calentamiento global en cuanto a la movilización de millones de personas buscando lugares más benévolos para vivir.

 

El Banco Mundial anticipa que, si el deterioro climático continua al ritmo con el que va, en el 2050, es decir, en 29 años, 216 millones de personas podrían verse obligadas a desplazarse dentro de su país. El estudio también alerta de que durante la próxima década ya podrían surgir puntos críticos de migración por causas medioambientales.

 

Según el mencionado documento esta migración será mayor en las regiones más vulnerables y pobres, lo que significa, palabras más palabras menos; que las ancestrales deficiencias sociales y económicas podrían aumentar por la embestida adicional de requerimientos climáticos que agravarían todas las carencias.

 

La región con mayor cantidad de desplazados climáticos internos sería el África subsahariana, que podría ver hasta 86 millones de personas en movimiento; seguida por el este de Asia y el Pacífico, con 49 millones; el sur de Asia, con 40 millones; el norte de África, con 19 millones; América Latina, con 17 millones; y Europa del Este y Asia Central, con cinco millones.

 

Un panorama oscuro que puede ennegrecerse aún más, pues, el mismo informe, dice que esta siendo conservador en sus pronósticos en la medida en que solo incluyen en los cálculos motivos de migración provocados por los impactos del cambio climático “de evolución lenta”, como la disponibilidad de agua, la productividad de los cultivos y el aumento del nivel del mar, y no comprende a la mayoría de los países de altos ingresos, ni tampoco incluye a la región de Oriente Medio o los pequeños estados insulares en desarrollo.

 

Los lugares más atractivos para esos migrantes necesitados son aquellos con tierras fértiles, abastecimientos de agua y posibilidades agrícolas, lugares, además, distantes de las costas y por lo tanto a salvo de los impactos del aumento del nivel del mar.

 

No sé ustedes, pero yo, cuando leo la descripción de esos lugares que serán receptores masivos de poblaciones migrantes climáticas, no dejo de pensar en lugares como Caldas. Somos un lugar privilegiado, con buenas tierras, buen clima, acceso al agua y distante de las costas.

 

Este tipo de informes debería alertarnos y movilizarnos a exigir acciones para aminorar el impacto que desde ya nos están anunciando. De acuerdo con el Banco Mundial las movilizaciones comenzarán a aparecer hacia el año 2030 e irán intensificándose hasta llegar a su mayor cantidad hacia el año 2050.

Estamos hablando de una situación que se prevé que comenzará en 9 años.

 

Los jóvenes, como nadie, deberían ser conscientes de esta situación pues es a ellos a los que les tocará afrontar esta problemática. Es fundamental que exijan acciones y que se movilicen a través de las redes sociales.

 

Hay que tomar consciencia, exigir a los voceros públicos que empiecen a trabajar teniendo en cuenta este panorama y a tomar acciones para mitigar el impacto regional de esas movilizaciones.

 

El Banco Mundial hace algunas recomendaciones para minimizar el impacto del calentamiento global y reducir al mínimo la necesidad de que millones de personas abandonen sus hogares acuciados por el hambre, la sed, el calor o las inundaciones.

 

Esas recomendaciones deberíamos discutirlas, enriquecerlas e incorporarlas a nuestras políticas públicas. Si hay algo importante es eso, porque nos va a afectar a todos.

Vamos por lo importante

VAMOS POR LO IMPORTANTE

Vamos por lo importante

Juana Carolina Londoño

Escrito por Juana Carolina

Hay momentos en la vida de las personas o los países en los que es importante hacer un alto en el camino y evaluar las cosas que nos importan.

La pandemia, por ejemplo, fue una oportunidad para volver a sentir nuestras vulnerabilidades compartidas, para valorar la presencia de las personas que nos rodean y para entender la fragilidad de la vida. Esos entendimientos han vuelto a posicionar la solidaridad, la compasión, el sentido de grupo y la importancia de entender que la naturaleza y nosotros somos parte de lo mismo y no podemos darle la espalda a ese ámbito del cual dependemos. De esa pandemia tenemos que salir distintos, más lucidos, más compasivos y menos superfluos. Todos, a nivel individual y colectivo, debemos hacer un balance de lo que importa y lo que no, de lo que es importante y lo que es intrascendente. Entender eso nos volverá más livianos como personas y más conscientes como sociedad.

Y cuando apenas estábamos asimilando esas enseñanzas paridas en medio del dolor, la incertidumbre y el miedo, aparecen nuevas enseñanzas a través de la frustración, la ira y la desconfianza que se adivina en esos jóvenes que salen a protestar con un ímpetu que el país no había visto. Esas voces, esos gritos, esas miradas, esos dedos señalando, esos puños alzados y esos gestos en donde se entremezcla la ternura y la ira son las convulsiones de una sociedad que quiere parir algo nuevo.

Una sociedad que nos dice con esas sacudidas que no podemos volver a lo de antes, que debemos cambiar, que no podemos volver a esa normalidad que era tan anormal para tantos jóvenes que se niegan a desprenderse de un futuro que se muestra tan renuente con ellos. Llego el momento de volver a organizar las prioridades no solo de nuestra vida individual y familiar sino también de esa vida colectiva en donde el futuro de todos depende de alguna forma de todos los demás. Debemos volver a organizar nuestras preocupaciones para determinar claramente que va en dónde y qué es más importante que lo demás. Ese ejercicio es un ejercicio de observación de los demás y de priorización a partir de las necesidades del otro.

Debemos establecer claramente qué es lo importante para los jóvenes, para los padres de familia, para los campesinos, para los comerciantes, para las mujeres, para las minorías de cualquier índole, para la naturaleza, para los niños, para los trabajadores, para los empresarios, y en general, para todos y cada uno de los seres con los que convivimos y a los que muchas veces observamos con tanta indiferencia.

Esas voces, esos gritos, esas miradas, esos dedos señalando, esos puños alzados y esos gestos en donde se entremezcla la ternura y la ira son las convulsiones de una sociedad que quiere parir algo nuevo.

Debemos desterrar la indiferencia de nuestras vidas porque es un sentimiento que invisibiliza al otro y gesta silenciosamente convulsiones sociales como las que estamos viviendo hoy y que resultan tan dolorosas para todos. Debemos hacer una cruzada por lo importante y organizar nuestras comunidades en torno a ello. Lo importante debe ser la carta de navegación que nos reconcilie y nos vuelva a despejar ese futuro que vemos hoy tan nublado y poco prometedor. 

A partir de esta coyuntura debemos dilucidar qué es lo importante para Caldas y su gente y empezar a trabajar para que eso se vuelva la agenda de futuro que debemos viabilizar y concretar. Ese es el gran desafío.

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El caos no conduce a nada

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El caos no conduce a nada

Juana Carolina Londoño

Escrito por Juana Carolina

El Estado no puede dejarse apabullar por el caos, el vandalismo, la criminalidad y la delincuencia común. La protesta social, legítima en cualquier democracia, no puede convertirse en el parapeto de los que quieren robar, destruir, vandalizar, amedrentar y asaltar. ¿Cómo es posible que se trate de aislar a una ciudad de las dimensiones y el significado nacional de Cali? ¿Cómo es posible que Popayán haya vivido la embestida criminal que vimos anoche? ¿Cómo es posible que Bogotá haya visto en riesgo la potabilización del agua que surte a más de 8 millones de personas? ¿Cómo es posible que no dejen pasar los carros de oxígeno para los hospitales en donde las personas enfermas dependen de eso para vivir? ¿Cómo es posible que condenen a empresas y campesinos a no poder vender sus productos llevándolos a la quiebra? ¿Cómo es posible que incentiven el desabastecimiento de las ciudades, encareciendo los productos en casi tres veces su valor, con las consecuencias que eso tiene para los golpeados bolsillos de tantas familias?

El país ya ha perdido más de 6 billones de pesos, en medio de una economía maltrecha por la pandemia. Las autoridades deben devolverles a los colombianos la tranquilidad y el orden que se necesita para poder vivir en una sociedad. No podemos acostumbrarnos al caos y al vandalismo porque es insostenible en cualquier sociedad. Es demasiado frustrante observar cómo millones de familias encerradas en sus casas ven cómo su país está siendo arrasado por fuerzas delincuenciales que deben ser sometidas y judicializadas. Cualquier país civilizado hubiera impuesto el orden que es la premisa básica para cualquier otra cosa. En la anarquía no florece nada. Todos estamos en riesgo en medio del desorden. Nadie puede progresar ni construir bienestar para los suyos si está a merced de los delincuentes y abusadores que se sienten empoderados por la falta de acción contra ellos.

Los colombianos tenemos que entender que la autoridad no es arbitrariedad sino que es el instrumento que la Constitución le otorga a los servidores que hemos elegido, para que mantengan el clima de convivencia que necesitamos y así canalizar nuestras vidas de la mejor manera posible. El desorden incentiva la incertidumbre, la inseguridad y la violación de derechos. Es volver a la ley del más fuerte y a la ley del talión de ojo por ojo. Eso sería regresar a ese estado de naturaleza que describe el tratadista ingles Thomas Hobbes, en donde todos son enemigos de todos, todos son amenaza para todos, donde el hombre es un lobo para el hombre y en donde las personas tienen una vida “solitaria, pobre, asquerosa, bruta, y corta”.

Los colombianos tenemos muchos desafíos, como tantos otros países, pero la forma de asumirlos es con trabajo, generando ingresos, oportunidades y bienestar. Los que creemos en esto debemos exigir a nuestras autoridades que actúen y cumplan con las responsabilidades que les entregamos cuando los elegimos. Ellos son los llamados a solucionar la coyuntura que estamos atravesando. En momentos como estos es cuando el liderazgo aflora y el carácter se evidencia. Ellos deben entender que lo que hagamos hoy tendrá consecuencias en el país que del mañana; en nuestra sociedad futura.

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Una amenaza para Colombia

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Una amenaza para Colombia

Juana Carolina Londoño

Escrito por Juana Carolina

 

Termina una de las semanas más difíciles vividas por los Colombianos:  Unidades de Cuidados Intensivos  por encima del 92% de ocupación en algunas de las principales ciudades del país, proceso de vacunación lento; frustración y descontento social acumulado por la radicación del  proyecto de Ley de Solidaridad Sostenible (reforma tributaria) que llevó a marchas multitudinarias pacíficas justificadas y que infortunadamente fueron opacadas por actos aislados de vandalismo, destruyendo bienes públicos, entidades financieras, almacenes de cadena, oficinas de medios de comunicación, entre otros.

Si analizamos con detenimiento estos hechos, debo concluir con absoluta preocupación que estamos ante un momento de mucho cuidado frente al futuro de nuestro país. El mensaje enviado fue claro por algunos grupos políticos a quienes les interesa ver al país sumido en la confusión, en el caos, en la pobreza, para lograr su propósito.

El inocultable descontento puede hacer pensar a los candidatos de izquierda que es el momento de buscar la realización del ideario socialista, que dice  luchar por la igualdad entre las personas a través del control por parte del Estado de los medios de producción, nada más alejado del sentir de los colombianos quienes han visto lo que ha pasado con tales ideas en países vecinos.

Bajo esa ideología la estimulación del sector empresarial no es una forma válida de crecimiento económico y productividad; más bien prefieren expropiar empresas prósperas destruyendo el empleo, acabando con la pequeña, mediana y gran empresa; controlando la información en los medios de comunicación, llegando al cierre de cadenas radiales y de TV que no promuevan sus ideas. La libertad de prensa no existe en este modelo.  Un sistema que busca el asistencialismo puro para que las personas cada vez sean menos pujantes y se vuelvan dependientes.

El emprendimiento y libre competencia desaparece, ya que el Estado regularía los precios del mercado y solo podrá comprarse lo que el Estado les ofrece; las empresas se vuelven estatales, dirigidas por la burocracia cercana a los afectos del régimen. 

Continuar siendo pobre es el verdadero negocio, entre más pobreza haya más control hay sobre el país.

Tal vez Cuba y Venezuela son el claro ejemplo de que el modelo socialista no saca a las personas de la pobreza, y termina por hacerlas más pobres. Con una pobreza material y una pobreza espiritual pues los despoja de su empuje, de sus ansias de progreso, de su capacidad de lucha y de su creatividad para forjarse un camino propio a la medida de sus sueños.

Hoy hacemos un llamado a la unidad y a la responsabilidad de los ciudadanos para continuar en la defensa de sus derechos de manera pacífica y respetuosa, es un momento histórico para demostrar nuestra grandeza , somos más los buenos que podemos exigir al Gobierno  el retiro de una reforma tributaria inconveniente en un momento inapropiado. 

Grandes retos debemos superar juntos:  proteger a nuestras familias de la pandemia que  contagia con más fuerza;  fortaleza y persistencia para luchar  por nuestros derechos;  sabiduría en las decisiones que marcarán el futuro de Colombia. Mi llamado es al respeto, a la prudencia y decencia,   pero también alzar nuestras voces con fuerza hasta que sean escuchadas. 

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Un problema mundial

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Un problema mundial

Juana Carolina Londoño

Escrito por Juana Carolina

 

Los colombianos en las últimas semanas tenemos dos preocupaciones que seguramente seguirán marcando la agenda pública por algunos meses más, me refiero a la anunciada Reforma Tributaria y al lento proceso de vacunación que se esta llevando a cabo en el país.

En cuanto a la vacunación, a nivel mundial, se han vacunado cerca de 780 millones de personas y con segunda dosis alrededor de 450.00.000. El plan global de vacunación además de lento es desigual, mientras en África 34 de los 54 territorios han comenzado la campaña de vacunación, en Europa se encuentran mas avanzados, no al ritmo esperado por dificultades con la entrega de las vacunas por parte de las farmacéuticas, sin embargo, cerca del 16% de la población se encuentra hoy vacunada y seguramente en las próximas semanas aumentarán el ritmo pues cuentan con las vacunas y el problema es netamente operativo.

 

Es increíble que el 86% de las vacunas producidas se hayan destinado a los países más ricos y tan sólo un 0,1% a otros países de bajos ingresos.  En los países ricos se aplica una cada 10 segundos, mientas en otros países 1 de cada 10 personas será vacunada.  Algunos expertos señalan que estos últimos países podrían estar siendo vacunados para el 2024 o tal vez nunca alcancen a tener las dosis requeridas. 

Se necesitan tomar medidas urgentes a nivel mundial para aumentar el número de vacunas a suministrar. En este sentido cerca de 175 líderes mundiales han solicitado al Presidente de Estados Unidos apoyar ante la Organización Mundial del Comercio una exención temporal con la cual se modificarían las reglas de propiedad intelectual sin cobrar por la patente, de manera que los costos de las vacunas sean menores y la producción se haga masiva permitiendo la expansión a países de bajos ingresos como el nuestro.

Para entender la propuesta que se viene haciendo es importante recordar que las patentes protegen la propiedad intelectual y cuando usted desarrolla un producto lo registra y no puede copiarse.  Hecho que sucedió en la industria farmacéutica al desarrollar la vacuna, permitiendo controlar la producción, precio elevado y distribución. Se requiere entonces realizar esta exención temporal de patentes para que haya una distribución equitativa global de la vacuna, y salgamos de esta bicicleta estática   en la que nos encontramos los países del tercer mundo.

Se espera tener para diciembre de 2021 cerca de 35 millones de personas vacunadas, cifras muy ambiciosas si hacemos un análisis juicioso del número de vacunados a la fecha y que no supera 1.093.853 .000 colombianos con la segunda dosis.

En el caso puntual de Colombia y de acuerdo con la información suministrada por el Ministerio de Salud se espera tener para diciembre de 2021 cerca de 35 millones de personas vacunadas, cifras muy ambiciosas si hacemos un análisis juicioso del número de vacunados a la fecha y que no supera 1.093.853 .000 colombianos con la segunda dosis.

Serán 8 meses de espera e incertidumbre, tal vez más, donde el autocuidado, conciencia y responsabilidad individual jugarán un papel fundamental.  Se habla de nuevas cepas que hoy contagian con mayor facilidad a niños y jóvenes, aunado a la lenta capacidad de adquirir vacunas, por eso mi llamado es a proteger nuestra integridad, nuestras familias y nuestro país.   La manera mas radical de eliminar el virus y generar una inmunidad global es la administración equitativa de la misma. Ojalá lo vivido propicie acciones de solidaridad urgentes en beneficio de la humanidad.

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